Pablo y Rosa. Capítulo XIV. Secuestradas
Su tía las mandó a la panadería de enfrente a por un poco de levadura, los hombres se habían marchado y sólo pudieron verlos desde la escalera. Nadie quería lágrimas, a pesar de todo, hasta tía Ester lloraba, pero después de que se marcharan. Aquel día no abrirían el puesto, y mi prima Ange y …