
Recuerdos, recuerdos
de aquellos pasados,
cuando la calle,
era hogar de olvidados.
Cuando el día era pleno,
de luz y de aliento,
y el sol te abrazaba
con firme sustento.
Jornadas pesadas,
de obreras pasiones,
que acaban al fin
con las obligaciones.
La calle estallaba,
reía la gente,
silencios y danzas,
rostros sonrientes.
No ansiabas el día,
sino el atardecer,
cuando ellas salían
luciendo el querer.
Los ojos bailaban
con ritmo voraz,
al son de las curvas
que cruzan fugaz.
Cerveza, cubata,
y alguno tropieza,
que no falta nunca
la típica pieza.
Tapita, copita,
y risas que estallan,
comienza el cachondeo,
y las horas se callan.
Pero todo termina,
tan pronto, tan solo,
y llega el silencio
como nudo en el polo.
Comienza el lamento
del nuevo deber,
la nueva jornada…
sin mucho que hacer.