Mi Historia de Córdoba, Escrita por un Cordobés. Cuarta Parte

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Mi historia de Córdoba, escrita por un Cordobés. (PASEANDO POR CÓRDOBA)

Cuarta parte, ya somos de Al Andalus (que bien…)

Dejamos a Abderramán con Córdoba a sus pies, bueno, vamos a comentar algo más de este singular personaje, de origen semita, de eso no cabe duda, pero alto, pelirrojo, de ojos azules y tez clara… raro, ¿no?, cosa de leyenda, pero parece que tiene bases históricas, de hecho Ibn Hazam, el poeta Cordobés, habla de ello en su obra el Collar de la Paloma, de fecha posterior, alrededor del año 1.030, y comenta acerca del aspecto de los descendientes de Abderramán “De Al-Nasir y de Al-Hakam al-Mustansir me contaron el visir mi padre y otras personas que eran rubios y de ojos azules. Lo mismo ocurría con Hisam al-Muyyad, Mamad a-Mahdi y Abd al-Rahman al Murtada, pues yo los contemplé y visité muchas veces y vi que eran rubios y de ojos azules. Y lo mismo sus hijos, sus hermanos y todos sus allegados. Lo que no sé es si su gusto por las mujeres rubias era una preferencia connatural en todos ellos o una tradición que tenían de sus mayores y que ellos siguieron”

Y ahora que pertenecíamos a Al Ándalus, ¿Qué leche es ese nombre?

Según parece hay teorías para todos los gustos, una, que me parece chula, es que los bereberes, que vieron como los vándalos ocupaban lo que era la península, la llamaron la tierra de los vándalos, en latín se pronunciaba “uandalus”, y los bereberes llamaron a Andalucía, uandalus, (el prefijo “u” en bereber significa lugar, tierra) tierra de vándalos, después se quedó en Al Ándalus, incluyendo el prefijo “Al” (la), es decir la tierra de los vándalos. Un poquito pesado, pero a mí me gusta saber porque me dicen andaluz, de la tierra de los vándalos, y es que somos un poquito cafres.

Otra concepción errónea, Al Ándalus, no se circunscribe a Andalucía, todo el territorio conquistado por los musulmanes es Al Ándalus, llegando a formar parte de él, España, Portugal, y parte de Francia, y cambia conforme gana o pierde territorio.

Siguiendo con lo mismo, ¿y Guadalquivir?, pedazo de nombre, pero si miras su significado en árabe, es simple, si vienes del desierto y ves un pedazo de rio, dices “que río más grande”, pues eso significa, “gran rio”, y se acabó lo de llamarlo Betis, que ese juega en Sevilla.

Otra palabra que tenemos mucho aquí, es Alcázar, pues bien, no es árabe, viene del latín Castra, que significa campamento, normalmente militar (Castro del rio), “Al”, es el pronombre el, la, y ahí lo tenemos, el campamento, pasando a significar una estructura fortificada o la vivienda de un príncipe. (Belalcazar, Guadalcazar, y el mejor Alkazarquivir… ¿fácil, no?… la gran fortaleza).

Pues sigamos, treinta años se pega el pobre Abderramán con la espada en la mano, que lo suyo es un no parar, derrota a los vascos, toma Zaragoza y Pamplona, pero más o menos deja las cosas en paz, más o menos.

Pues bien entre tanto, la conversión de cristianos al islam es enorme, la islamización es fomentada y obligada, bien sea por que produce mejoras en la calidad de vida o por miedo, pero crece imparablemente. Ahora vamos a explicar eso de las tres culturas en perfecta armonía.

Los cristianos que se convierten al Islam son llamados Muladíes, más o menos son ciudadanos de segunda, pues los conquistadores no se fían de ellos.

Por otro lado están los que no abjuran de su fe, los Mozárabes, pues estos tenían que pagar unos impuestos por permanecer en su tierra y seguir siendo cristianos, algunas veces exorbitantes, lo que hacía que muchos abjuraran de su fe para poder seguir comiendo.

Vamos a pormenorizar en su situación, que varió poco en el tiempo.

Mediante la dimma (en el que se declaraba que profesabas una fe monoteísta), el cristiano o judío recuperaba una parte de los derechos negados. Este no musulmán estaba obligado a abonar dos impuestos. Uno era el jarach, sobre la tierra, que podía alcanzar la mitad de la cosecha, y sin reducciones (encima, la deuda se acumulaba en los herederos), mientras que el musulmán abonaba entre un 5% y un 10%. El otro, era la jizya, que era personal, a cambio de que la comunidad islámica le perdonase la vida. Su cantidad variaba y su pago se hacía en público y bajo humillaciones; en el reinado de Abderramán III se pagaba cuatro veces al año

Las multas impuestas a los cristianos siempre eran el doble o más de las impuestas a los musulmanes.

El testimonio de un cristiano contra un musulmán no era válido en un tribunal.

Un cristiano tenía que levantarse si entraba un musulmán, y solo podía pasar a su lado por la izquierda, considerado el lado maldito.

Un cristiano no podía montar a caballo delante de un musulmán.

Un cristiano no podía tener servidumbre musulmana.

Un cristiano no podía tener la casa de más altura que la de un musulmán, si así lo hacía era obligado a demolerla hasta que quedara más baja.

Si un cristiano mataba a un musulmán, aunque fuera en defensa propia, era condenado a muerte, siempre.

No podían vestir ropas lujosas ni de colores vivos.

Los cristianos no podían portar armas.

Se cree que destruyeron todas las torres de las iglesias cristianas, solo podían existir las de las Mezquitas o lugares de rezo. De todas maneras, ¡para las que dejaron!

Por supuesto hacer profesión de fe, era castigada con la muerte, así como los actos públicos de fe, por supuesto hacer evangelización era castigada de la misma forma, así como hablar mal del Corán o del Profeta, o negarlos.

Y eso sin contar cuando llegan los almohades y almorávides, que todo se vuelve peor.

En fin, que éramos un pueblo conquistado, sin futuro y a merced de los conquistadores, lo cual es normal en esas edades, pero ¿tres culturas?, que se lo pregunten a los judíos, que los ayudaron y al final les hicieron pasar las de Caín, pero eso es otra historia.

A pesar de todo esto, la población en su mayoría continuó siendo cristiana, solo en el siglo XI, se llegó al 80 por ciento de población musulmana, cientos de años después.

Pero bueno sabiendo cómo estaban las cosas continuemos.

Su sucesor fue Hixem I (Abu al-Walid Hisham al-Rida), hijo de Abderraman I, nada más alcanzar el trono sus propios hermanos se le rebelaron, como siempre, y los venció al final.

Pero gozó de una paz en Al Ándalus casi completa, así que decidió atacar a los reinos cristianos, quienes finalmente lo derrotaron en Lutos, los Astures.

Alhakén I, (Abū al-‘Āṣ al-Hakam b. Hišām), este reinó joven, pero se le vino encima de todo, desde Valencia quien lo negaba, las sublevaciones de los muladíes en Toledo, el levantamiento de los cordobeses en el arrabal por los impuestos (el simpático crucificó a trescientos notables para celebrarlo, el arrabal arrasado y sus habitantes deportados; cosa curiosa, algunos de ellos se dedicaron a la piratería, ocuparon Alejandría durante diez años y conquistaron Creta, creando el Emirato de Creta con dinastía cordobesa, no podía ser de otro modo)

Ese fue el que contrató a más de dos mil eslavos, su guardia personal, que la mandaba el Conde Cristiano Rabi, y les llamaban los mudos, porque no hablaban ninguna lengua conocida (los primeros guiris), también reclutó mercenarios cristianos, allí ya no se sabía para quien trabajaba nadie.

Una nota de su carácter “Al-Hákam I fue de color trigueño, alto y delgado, de nariz bien formada, aunque ligeramente respingona y no se teñía el pelo. Se preocupaba personalmente de todos los asuntos, fueran importantes o no; no se fiaba de nadie, aunque fueran hombres de confianza y no admitía que éstos cometieran actos injustos, pero en caso de que esto ocurriera, rápidamente reparaba la injusticia; era valiente, atrevido y temible en sus enfados; resuelto y decidido, pero también era espléndido en sus regalos y muy generoso. Era además buen orador e inspirado poeta. Allanó el camino a sus sucesores y se atrajo a los alfaquíes y hombres de saber”. (Esto me parece que lo escribió su abuela)

De él se decía que era tan dado a la bebida como poco adicto a las costumbres piadosas, y en la mezquita mayor, durante la oración de los viernes, se levantaban voces anónimas que le gritaban: ¡Borracho, ven a rezar!

El cuarto califa fue Abderraman II, su hijo, lo primero que tuvo que hacer fue darle candela a su tio Abd Allah, que quería el trono para él, los principios son difíciles para todos.

Pretendió ser moderado, pero presionado por lo alfaquíes (expertos en jurisprudencia islámica), ordenó que se destruyera el mercado de vinos de Secunda, donde ahora está el Campo de la Verdad, contrario a los preceptos del Corán. Luego, como concesión al populacho, crucificó al responsable de la política fiscal de su padre, un cristiano que las fuentes llaman Rabí. Amables hasta la exageración estos musulmanes, y encima a palo seco.

En el año vigésimo noveno del emirato de Abderramán. El pueblo de los árabes, engrandecido en riquezas y dignidad en tierras hispanas, se apoderó bajo una cruel tiranía de casi toda Iberia. En cuanto a Córdoba, llamada antaño Patricia y ahora nombrada ciudad regia tras su asentamiento, la llevó al más elevado encumbramiento, la ennobleció con honores, la engrandeció con su gloria, la colmó de riquezas y la embelleció con la afluencia de todas las delicias del mundo más allá de lo que es posible creer o decir, hasta el punto de sobrepasar, superar y vencer en toda pompa mundana a los reyes de su linaje que le precedieron; y mientras bajo su pesadísimo yugo la Iglesia… era arruinada hasta la extinción.

El emir Abderramán ibn Alhakén fue el primero de los califas marwaníes que dio lustre a la monarquía en Al-Ándalus, la revistió con la pompa de la majestad y le confirió carácter reverencial, eligiendo a los hombres para las funciones, haciendo visires a personas perfectamente capaces y nombrando alcaides a paladines probados; en sus días aparecieron excelentes visires y grandes alfaquíes y le vinieron muchos inmigrantes. Sostuvo correspondencia con soberanos de diversos países, erigió alcázares, hizo obras, construyó puentes, trajo agua dulce hasta su Alcázar desde las cimas de las montañas. (Ibn Hayyan)

Fue el primer omeya que acuñó moneda en Córdoba, grabó los dírhemes (El dírham o dírhem, era una antigua moneda de plata utilizada en varios puntos del mundo islámico que valía la décima parte del dinar de oro) con su nombre e instituyó una ceca, a cuyo cargo puso alamines (persona diputada en algún pueblo para reconocer y arreglar los pesos y medidas). Desde la conquista hasta entonces los habitantes de al-Ándalus empleaban los dírhemes y dinares que traían de Oriente. Durante su reinado aumentó la recaudación de impuestos, se incrementaron las exacciones del jarach (en la ley islámica, es un impuesto sobre la renta de la tierra que, inicialmente, gravaba a los no musulmanes), se construyeron alcázares, ciudades y talleres; los reyes cristianos y de otros lugares se le sometieron.

Fue el primero que hizo fastuosos edificios y cumplidos alcázares, utilizando avanzada maquinaria y revolviendo todas las comarcas en busca de columnas, buscando todos los instrumentos de al-Andalus y llevándolos a la residencia califal de Córdoba, de manera que toda famosa fábrica allí fue construcción y diseño suyo.

Con respecto a la población hispana, seguía contemplando a sus amos musulmanes como déspotas invasores, sensación acentuada por la intolerancia religiosa y aculturación violenta. Las presiones para abandonar el latín y el romance en pro del árabe se hicieron insoportables. El problema mozárabe estalló nuevamente cuando, en el curso de una conversación, un presbítero cordobés llamado Perfecto declaró que Mahoma era un falso profeta. Perfecto fue llevado a presencia del cadí, condenado a muerte y decapitado el 18 de abril de 850 ante una turba enfervorizada. El cruento acontecimiento, aunque tenía varios precedentes, produjo en esta ocasión toda una reacción en cadena en el hastiado pueblo mozárabe: el célebre episodio de los Mártires de Córdoba, en el que 48 destacados cristianos desafiaron deliberadamente las leyes contra la blasfemia, la apostasía y el proselitismo cristiano, sabiendo que les esperaba la muerte. A pesar de ello, las presiones y la cruel persecución en este período provocaron numerosas conversiones al Islam.

Poco antes de morir en 852, Abderramán logró que un concilio de obispos mozárabes, presidido por el metropolitano Recafredo de Sevilla, prohibiera desde los púlpitos que sus fieles realizaran actos similares en el futuro, sin condenar la conducta de los mártires que habían desafiado al poder islámico. Al no repudiar formalmente tales actos, siguieron produciéndose martirios durante algunos años, hasta que en 859 se extinguió el movimiento.

Este príncipe, si exceptuamos a su descendiente al-Hakam II, fue desde luego el más culto de todos los emires hispano-omeyas. Fue muy dado a la literatura, a la filosofía, a las ciencias, a la música y, sobre todo, a la poesía, pues tenía gran facilidad para componer versos. Sentía interés por las ciencias ocultas, la astrología y la interpretación de sueños. Escribió un libro titulado Anales de al-Andalus. Después de consolidar su poder, se dedicó a sus placeres sin freno alguno.

El emir Abderramán era perdidamente mujeriego, y nunca tomaba a ninguna que no fuese virgen aunque superase en hermosura y excelencia a las mujeres de su época, siendo excesivos su gusto, inclinación y entrega a ellas, así como el número en que las tuvo y la pasión de que las hizo objeto. Tenía varias favoritas entre sus concubinas, las cuales dominaron su corazón y conquistaron su pasión. De entre todas ellas, fue a parar su amor a la llamada Tarub, madre de su hijo Abdallah.

Para tenerlas contentas, les hizo espléndidos regalos. A su concubina al-Shifá (Salud) le regaló un valiosísimo collar de perlas llamado el Dragón, antaño propiedad de Zobeida, la esposa de Harún al-Rashid, que había comprado por diez mil dinares, cosa que pareció excesiva a uno de sus visires más allegados.

La casi proverbial capacidad amatoria de Abderramán II tuvo como resultado una amplia prole, que las fuentes cifran con admiración en la extraordinaria cantidad de 87 hijos, 45 de ellos varones.

Y terminamos este capítulo aquí, la verdad es que es peor que la lista de los reyes visigodos (que por cierto nos hemos saltado, será cuestión de ponerla… va a ser que no)

Le sucedió Mohamed I.

Pedro Casiano González Cuevas 2.018