Puente Romano. Hornacina de los Patrones

La hornacina en honor a los dos hermanos mártires se ha convertido en una especie de pozo de los deseos donde los cordobeses y visitantes depositan monedas en una costumbre de nuevo cuño

Según la tradición piadosa, Acisclo y Victoria eran dos jóvenes hermanos cordobeses que profesaban el cristianismo a principios del siglo III, cuando Córdoba formaba parte del Imperio Romano. Por decreto del gobernador Dion fueron perseguidos y sometidos a diversas torturas para obligarlos a abjurar de su fe, cosa a la que no parecían dispuestos. Primero, sus verdugos los azotaron con gruesas varas y les clavaron puntas de acero en las plantas de los pies. Después los introdujeron en un horno, mas los acabaron sacando al ver que no se abrasaban. Luego intentaron ahogarlos, arrojándolos al río Guadalquivir con pesadas piedras al cuello. Instantes después de sumergirse volvían a emerger, flotando sin el menor síntoma de ahogamiento. Así que decidieron destriparlos con garfios y quemarlos vivos, pero al encender el fuego, éste se descontroló y varios de sus castigadores perecieron achicharrados, sin que ninguno de los dos jóvenes sufriera la menor lesión. Viendo que estaban protegidos por un potente halo de santidad, los romanos optaron por métodos más prácticos. Al joven Acisclo lo degollaron, mientras que a Victoria le cortaron los pechos y la lengua, para luego saetearla con miles de flechas como parte de un macabro espectáculo en el anfiteatro de la ciudad -ubicado a espaldas del actual rectorado de la Universidad

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