
Aquí sentado de nuevo, como si no tuviera nada que hacer, y quizás sea cierto, es día de asueto, aun trabajando, por lo menos para mí, y eso me permite mirar a mi alrededor como si me perteneciera todo, cosa que evidentemente no es cierta; lo que realmente es mío, del todo, es el frio que nos come el cuerpo, a nosotros que somos de calor, que medio lo llevamos, que el frio, no sabemos cómo resguardarnos de él.
En el norte es al contrario, ropa apropiada, casas hechas para sufrirlo…, pero aquí, para el calor, que es lo que nos mata, estamos preparados para ello, así que los episodios de frio ártico, bien que pocos, nos causan una verdadera ansia, que cuando jóvenes se lleva con la gorra, pero conforme pasa el tiempo, pues eso, que se arrastra más que se lleva.
Enchufo de nuevo el calefactor, que ayuda es cuando para escribir te tienes que poner guantes, es exageración…, ¿o no?, da igual, el caso es que parece que estoy robando castañas, pelando rábanos, lo que sea, el caso es que el frio se ha comido el interior de mi casa, y me tiene como rehén que nadie quiere rescatar, eso si lo entiendo, pero mientras, me muero de frio.
Hoy estar en la calle, reparando algo, haciendo algo, lo que sea, tiene que ser terrible, normalmente los trabajos físicos a la intemperie son malos, peores en el verano, que en el invierno te puedes abrigar, pero a pesar de ello, verlos trabajar ateridos cuando las temperaturas son dignas de una esquina de rusia, pues eso, que se encoge el cuerpo.
Y miro por la ventana, si, son las cinco, apenas, casi, que no llega, pero la oscuridad, el cielo que se esconde, ahí están, aunque no pueda verlos, pues ni muestran las estrellas, así que sentado, con el cigarro en la mano, quizás un vaso de leche, si me da gana, pero poco más, nada de alcohol, que no es bueno, o eso dicen, mientras miro los ojos de los ciclopes totalmente cerrados, las ventanas de mis vecinos, a fin de cuentas, que se esconden de la que esta cayendo, solo yo la tengo abierta, pero es para espiar, cosas de poca inteligencia, de no saber dormir, que soy torpe hasta para eso, que el hecho de que seamos una pléyade de ignorantes en lo de dormir, no me consuela para nada, ya se sabe, mal de muchos, consuelo de tontos.
Y hoy, que no he dicho nada, me despido como si hubiera descifrado los secretos arcanos de la humanidad, cuando antes de estas palabras, las anteriores no explicaban nada, ninguna idea concebían, y poco aclaraban, pero es que es Lunes, y el que lo sufra, como yo, pues eso, que de llevadero nada, que se traspasa para el siguiente día como si fuera chocar con una pared de acero, y eso deja secuelas, las que estoy padeciendo, pensando que ojalá que no sea nada, que lo será, es Lunes, de los de piedra, maldita sea.