Hoy domingo, de nuevo, otra vez, y lo que es curioso, es el día más corto de la semana, o a mí me lo parece, seguro que es eso, salvo por las tardes, que se engolfa un poco, pero hasta eso es superable, ante la vista de un lunes pesado y tedioso.
Bromas aparte, ¿qué puedo escribir?; ayer fue el día del padre, poca alharaca para algo que se ha quedado en un símbolo comercial, como otros tantos; un regalo, visita si cabe, y a otra cosa mariposa, es el signo de los tiempos: cada vez más ajetreados, más asfixiantes, y cuando llega una fecha, más o menos señalada, poco o nada, las quejas al maestro armero.
Lo cierto, es que echo de menos aquellos tiempos, para los jóvenes ignotos, en los que en la citada fiesta, se reunía la familia, no solo tu padre, sino tus tíos, y sus familias, y con menos medios, medidos medios, te lo pasabas en grande, rodeado incluso de primos que te caían como una puñalada en el intestino; pero aquello pasó, los que lean esto y sean jóvenes, no es que no lo entenderían, es que lo menospreciarían, demasiado contacto con la familia, demasiado emotivo, no lo sé, a mí, que soy profundo conocedor de la Informática, me resulta extraño, que no menospreciable, las reuniones “on line”, donde apartas la cara del rango visual de la cámara, y te has alejado de algo, que de por sí, no estaba cercano.
No concibo el enganche de los dispositivos de comunicación, ni de su software, alienante, por lo menos para mí; quizás, seguro que, si hubiera nacido ahora, pensaría distinto, pero nací antes de esta explosión, a pesar de que colaboré exhaustivamente en ella, sin embargo, el giro dado, me parece excesivo, aunque seguro que la mayoría opinaría lo contrario.
Aunque realmente, ¿de qué hablo?, esto irá a publicarse en Facebook, en el libro de las caras, algo que también engancha, aunque solo sea publicar, veo la paja en el ojo ajeno…