Hoy he visto la noticia acerca de la alienación de los rusos ante la invasión de Ucrania, parece increíble que no sepan nada de las carnicerías que se realizan en su nombre y para mayor gloria de ellos, y que hará que el país ruso pase a ser uno de los pueblos más infames sobre la faz de la tierra. Para lo que eso sirve.
Eso me hace pensar, si, pensar, en que todos estamos alienados de una forma o de otra; válgame el cielo, dirán los que se hacen de biblia con el móvil levantándolo sobre la cabeza, como si fuera la nueva piedra angular de un culto triunfante, lo cual es cierto, mal que nos pese.
Por ejemplo, el inteligente Putin, no permite que se hable de guerra, ¿Por qué?, porque el propio nombre magnifica la situación, lo importante pasa a ser accesorio, lo accesorio a principal y lo que nada contiene, elevado a panacea universal.
Son los nuevos tiempos, en que, clasificados como animales, se nos envían, magníficamente engalanadas, mentiras, o cuando menos, tergiversaciones de lo que realmente sucede.
Y no olvidemos, nosotros, los orgullosos occidentales, que una de las formas de lavar el cerebro más común, la recibimos todos los días por medio de los anuncios, que no solo bombardean a mayores de edad, sino a aquellos que aún no tienen capacidad para saber qué es lo que deben de pensar sobre lo que tan bellamente la televisión les ofrece.
¿Cuál es la verdad?, nadie lo sabe, se ha prostituido tanto, que cualquiera puede disfrazar la mentira de tal forma, que no seamos capaces de identificarla, y por supuesto de envilecerla, negándonos a lo evidente.
El cerebro humano ha dejado de ser algo ignoto, para pasar a ser dominio de aquellos de los que nada sabemos, pero que nos manipulan de tal forma que ya, no en el futuro, nos convierte en marionetas de una pequeña parte de la población.
El progreso trae muchas cosas buenas, pero creo, pienso algunas veces, que nos aporta más malo que bueno.