La Mañana Canta (Rima)

La mañana canta,

melodías que encantan,

canciones blancas,

que al miedo espantan.

Los espíritus ya se fueron,

dejando sus rezos severos,

letanías de mal agüero,

que susurran un futuro fiero.

Mozas que al alba se lavan,

muchachas que menos se afanan.

El día comienza su rutina,

la lucha germina.

Cuando la luz se desvanezca,

la calle de gritos se aderezca:

voceríos, chillidos, carreras,

almas perdidas en las aceras.

Van tal vez hacia el jornal,

o a un oficio carnal.

Los golpes de los herreros,

eco rudo de los obreros.

Tablas que cortan ebanistas,

cuerdas que trenzan los cordeleros,

un mundo de gestos sinceros,

en manos de artistas y realistas.

Se acaba la jornada pesada,

sea a sueldo o a la brava.

Cuerpos que bajan los parpados,

mirando los cielos anaranjados.

Atardeceres que ya ni brillan,

porque los ojos, de verlos, vacilan.

Y son los mismos que, en la alborada,

parecían tener alma alada.

Pero ahora al caer la jornada,

esto es lo que queda: nada.

Eso fue el ser humano,

que quiso alzarse soberano.

Quiso ser dios, rey de los días,

y acabó roto entre ruinas frías.

Lo miras, aunque ya sin fe,

y solo lana ves,

de un borrego que soñó ser creador,

y hoy se sabe

solo dolor,

algo sin forma, sin calor.

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