¿Quién alzará con firmeza la espada,
que, en un solo tajo certero y violento,
corte la vida de vil alimaña,
que nos arrebata la patria sagrada,
rompiendo su alma, torciendo su aliento?
¿Quién le abrirá con furia las tripas,
y dejará su hedor corrompido,
sobre esta tierra de historia bendita?
Varones de honor, mujeres altivas,
¿dónde la España de fuego encendido,
que no aceptaba vileza maldita?
Clavad sus cráneos en altas picas,
rasgad su pecho, su negro corazón,
limpiad la patria con justas iras,
romped las cadenas de vil opresión.
¿No hay en esta tierra, acaso, guerrero,
que, aunque lo arrostre con miedo o con pena,
luche con ímpetu noble y sincero,
por dar fin pronto a la cruel condena?
Si no lo hacéis por vosotros mismos,
hacedlo al menos por vuestra herencia,
pues solo en sangre de justos y honrados
se halla la huella que deja presencia
de aquellos mártires que lo han entregado,
todo en su lucha por gloria y esencia.
Por la más alta, divina hazaña,
libremos juntos la noble España
del vil traidor y su cruel demencia.