Cuando la vida se desvanece,
cuando el alma ya no espera,
todo muere, todo crece,
como sombra pasajera.
La ilusión se va en el viento,
y el horizonte se esconde,
la mirada es puro aliento
de un dolor que no responde.
En los ojos de los hombres,
el terror deja su mella,
pues la muerte, sin pronombres,
les observa tras la huella.
Como espectros invisibles,
los recuerdos se disuelven,
y los sueños, tan sensibles,
en la bruma se resuelven.
Solo esperas, solo callas,
sin angustia, sin tormento,
a que el tiempo abra sus vallas,
y te arrastre en su lamento.
Ya no hay luces en la aurora,
ni esperanzas en la brisa,
pues la vida, ahora incolora,
se deshace sin premisa.
Miras lento la ventana,
y la muerte, ya cercana,
va trayendo su mañana,
en un eco de campana.