La noche llega, cargada de caras,
unas alegres, las más, amargas,
es la incertidumbre que al alma embarga,
de no saber qué el destino prepara.
Si dormirás o será la noche en blanco,
si ángeles te rozarán con su manto,
o el dolor vendrá a ser el quebranto,
entre angustias y lamentos de encanto.
Tal vez añoranzas, tal vez desconsuelos,
mientras el reloj sigue sus duelos,
maldito enemigo que burla en desvelos,
marcando segundos, minutos, anhelos.
Horas que no pasan, el corazón llora,
del tormento de esperar la aurora,
que el sueño llegue y todo mejora,
pero solo la alarma de un vecino aflora.
Piensas en tu locura, cuando el alba asoma,
a las cinco de la mañana, sin ninguna broma,
mejor despierto, la vigilia se impone,
para lo que queda, la esperanza se postra.