Llega el frío con manto de escarcha,
la tormenta pausada que todo abarca.
Un camino olvidado, nunca pisado,
tejados húmedos, viejos, nevados.
La montaña se envuelve en su neblina,
y blanca su cumbre, todo culmina.
Miras con asombro la transformación,
el cambio sutil de la creación.
Frío que cala, frío profundo,
se adentra en el alma, se vuelve inmundo.
El sol se oculta, nadie lo ve,
¿dónde se esconde? No lo sé.
La helada reluce, el pasto humedece,
te rompe el espíritu mientras florece.
Una calma triste, que todo avanza,
en árboles desnudos la vida cansa.
Parecen ruinas, viejos quejidos,
llenan el aire de tristes sonidos.
El bosque, translúcido en su agonía,
muestra un invierno sin alegría.
Nieve en las ramas, camas abrigadas,
vidas dormidas, tierras calladas.
Nada germina, todo en espera,
que pase el invierno, cruel quimera.
Que el año concluya, que todo renazca,
que el sol vuelva y su calor no falte.
Que con su luz y su resplandor,
tiña la nieve con vida y color.