Nostalgia,
De tus labios, de tu magia,
De esos besos, que hoy son ecos
De tiempos que ya están lejos.
Labios sensuales,
Mirada que cautivaba en los rituales,
Hoy tan lejana, tan distante,
Que tu imagen se torna errante.
Tan lejos que casi no recuerdo,
Cómo tus labios en mí se perdieron.
Besos que fueron amor desmedido,
Hoy son solo el eco de lo vivido.
Y el alma siente el dolor impreso,
Por los dulces rastros de tus besos.
Hoy no recuerdo tu cara exacta,
Pero sí el perfume que me impacta,
Tu aliento, tu ardiente calor,
El sabor de tu piel, de tu amor.
Cierro mis ojos en un intento,
De dibujar el momento perfecto,
En que el arco suave de tus labios
Se abrían al cielo con sus trazos sabios,
Y las curvas generosas que danzaban,
Al ritmo del deseo que nos quemaba.
Y el blanco marfil de tus dientes,
Que brillaba en esos instantes ardientes.
¿Dónde estás, amada mía?
¿Dónde tu risa, tu alegría?
¿Dónde quedaron tus besos,
Que alientan mi vida en sus excesos?
El color de mi amor se ha desvanecido,
Entre los sueños que has teñido.
Y hoy moras en el mundo de los muertos,
Tan lejos que casi no siento tu cuerpo.
Olvido tus ojos, se difuminan,
Tu imagen entre sombras camina.
Pero sigo percibiendo tu aliento,
Y el sabor de tus besos, eterno.
Una lágrima escapa sin permiso,
De mi rostro, firme y preciso.
El que nunca mostró su llanto,
Cuando juntos vivíamos el encanto.
Y ahora, en la soledad oscura,
De esta habitación sin luna pura,
Resbala por mi rostro endurecido,
Del que parecía invencible, ahora herido.
Y en la derrota, su hermana cae,
La tristeza en mi ser desmaya.
El sonido llena esta casa vacía,
La que fue nuestra, y hoy es fría.
Y aunque no recuerde tu cara,
Ni el contorno que tu cuerpo guardaba,
Quizás hasta olvide tus besos,
Pero no el aliento que en mí dejo impresos,
Ni el calor de tus labios ciertos,
Ni el sabor de esos besos eternos.