No soy sofisticado,
Nací en un lugar equivocado,
En el sitio de las sombras,
Donde el sol nunca ha brillado.
Moré en moradas alquiladas,
Agujeros sucios, malolientes,
Que marcaron mis días presentes,
Fueron mis maestros, lecciones malvadas.
Me bañé en aseos compartidos,
Y jugué en el barro, sin miedo,
Las rodillas sentían desasosiego
Del dolor de los golpes recibidos.
Vi al sol los blancos paños,
Que llenarían el mes deseado,
Corrí por calles, en busca del paso,
Pues tras de mí venían los daños.
Sufrí, y con el tiempo,
Otros sufrieron como yo,
Mano al sol, cuando llegó,
Me cuadré sin remordimiento.
Los curas me intentaron doblegar,
Llevándome a clases oscuras,
Pero peleé como fiera dura,
Al siguiente, no a mí, le hicieron maldad.
Salí del agujero profundo,
De sotanas negras y mentiras,
Llegué a la facultad sin iras,
Donde nadie entendía el mundo.
Recorrí pasillos vacíos,
Mientras pitillo tras pitillo,
Aburrido del mismo estribillo,
Devoraba humo en desvaríos.
Hice tabla rasa en la vida,
Me uní a colegas nuevos,
Perdí en disputas los remos,
Viviendo la briega repetida.
Ni día ni noche me detuve,
El coche de blanco llenaba,
Rompiendo a las hembras bravas,
Que sus piernas sin pena me abrieron.
Luchaban como hienas feroces,
Para que les diera mi alivio,
Sin culpas, ni rencores tibios,
Fueron mías en silencios a voces.