Miseria, destrucción, seres infames,
Que oran en cuevas, miserables dramas,
Exploradores del alma que reclamas,
Enemigos de todos, con negras lames.
Violadores de su propia carne,
Hijos incestuosos, madres podridas,
No lloréis cuando llega, con sus mordidas,
La muerte que os visita, y os desarme.
Miserables engendros, escondidos,
En huecos y oquedades de su miedo,
Sumarán al morir en un vil ruedo,
Cuerpos que pronto serán corrompidos.
El monto de los muertos alzará,
Subiendo desde el suelo hasta el infierno,
Y el cuerpo de cada cual, tan eterno,
Como abono en la tierra acabará.
Peleles repulsivos, seres torvos,
Esputos de la vida, vil criatura,
Malvados, egoístas, la locura
De asesinos racistas, monstruos sordos.
La muerte ha nacido para hallaros,
Para llevaros a lugares oscuros,
De donde nunca debisteis impuros
Salir, ni habitar entre los claros.
Nacen más que mueren, así lo piensas,
Pero día tras día, su agonía,
Cambiará el número, en cruel porfía,
Y a la maldita especie quizás venzas.
De la faz de la tierra marcharán,
Aquellos que jamás debieron estar,
Pues su negrura los habrá de borrar, Y en la nada por siempre quedarán.