Me gusta ver a las mujeres
Al caer la tarde, en sus quehaceres,
Cuando la luz y el aire puro
Invitan a un paisaje tan seguro.
Invariables figuras de belleza,
Que llenan el alma con certeza,
Al atardecer, cuando el sol muere,
Y la hermosura de la mujer florece y fuere.
En ese instante, espléndido momento,
Huido del calor y su tormento,
Del trabajo y la inquietud del día,
Solo miro y hallo mi alegría.
La silueta de la mujer que pasa,
Saber que es su belleza mansa,
La plena belleza que en ella veo,
Que en su andar tranquilo poseo.
Como si fuese una estatua griega,
Su silueta lejana a mi vista llega,
Pero saber que está cerca, tangible,
Es un sueño hecho carne, invencible.
Esa silueta de mujer es mi compañera,
La luz de mi vida entera,
La figura de mi amor sincero,
Que al atardecer contemplo y veo.
La silueta que me hace suspirar,
Es de la mujer que quiero amar.
Esa belleza es solo mía,
Al caer la noche y el día,
La figura del amor en calma,
La silueta de mi mujer, que me llena el alma.