Hoy me vuelvo a hacer preguntas,
de las que no encuentro respuesta,
son tantas las que me rondan,
que en cuál empieza no encuentro fiesta.
Pensemos en lo grande,
luego en lo pequeño,
hagamos un primer ensayo,
como si fuera un sueño.
Empezamos por el camino,
cuando se acaba la senda,
y me pregunto de nuevo,
¿cómo termina la contienda?
Unos dicen que al cielo,
muchos temen al infierno,
otros piensan en huríes,
y en un lugar perfecto y eterno.
Venturas para todos encuentro,
pero en ninguna creo fiel,
¿estaré loco yo, y los demás cuerdos?
Replanteemos este laurel.
Imaginemos en lo lejos,
si los rasgados aciertan,
o si son los hindúes sabios,
¡qué más da!, al fin y al cabo,
el principio es el mismo,
abandonas este mundo,
y antes de darte cuenta,
estás en el mismo punto.
Lo pienso con respeto,
y se me revuelve el estómago,
¿volver a este infierno?
No lo acepto, lo afirmo.
Por eso yo me planteo,
evitando el golpe de pecho,
rezos continuos y gritos,
si al final simplemente…
cuando llegue la muerte,
desaparezcamos al fin,
sin ser nada de lo que fuimos,
que solo seamos paz, y así,
en un vacío extraño,
que los años vividos queden,
como simple paz del que se muere,
y un tenue recuerdo, del que se fue.