Esa mirada profunda y altiva,
de hembra fuerte, de loba herida,
de mujer valiente, de amor mío,
de morena clara, de pelo prolijo,
de amor inmenso y sin desvío.
Mírame con esos ojos brillantes,
con tu rostro y tu semblante,
orgullosa llevas la frente alta,
desafiante la mirada que exalta,
barbilla erguida, firme tu pose,
orgullo de hembra que no se esconde.
Llevarte del brazo por los jardines,
donde las flores, de celos, declinen,
mi morena, mi reina, mi esposa querida,
con tu cabello rizado, tu pasión encendida,
vida que amaré hasta la locura,
hasta donde el amor se vuelve aventura.
Me dices que serás siempre mía,
pero con advertencia clara y fría:
si te engaño, en matarme no dudarías,
pero, me amarías hasta el fin,
y si fuera preciso, morirías.
Esa es mi hembra, tan dura y sincera,
como mi tierra, tan bella y entera,
esculpida por el sol y por la vida,
morena altiva, orgullosa, decidida.