Hoy está siendo un día duro, acabo de salir del gimnasio, no es que sea caro, es que cada día me cuesta más, pero se trata de mi cuerpo, que da lo que puede, y a cada día que pasa, así es la vida, puede dar menos.
Es de cajón, todo el mundo es consciente de ello, pero cuando te pasa a ti, tienes la sensación de la injusticia, ¿Cómo te puede estar pasando a ti?, pues sí, eso es lo que está sucediendo, has entrado, o estas a punto de entrar en la etapa de las goteras, cuando el techo que creías firme como una roca, se empeña en demostrarte que no, y que, a pesar de todos los indicios, las pistas, lo negarás con la rotundidad del que no quiere que sea cierto.
Pero las pistas rotundas, imponentes están ahí, ese pelo que cae, el lavabo, que se ha obstruido el tapón, la pequeña lorza que ha salido bajo la barriga plana que en tiempos fue tableta de chocolate, a más, ese viernes por la noche, cuando el león salía a cazar, y que ahora, muchos, se queda en el salón, mirando una película ya vista, quizás mil veces.
Es el ocaso de una etapa que puedes llamar como quieras, porque inexorablemente se marcha, y entras en otra, ni mejor ni peor, solo diferente…, y una mierda, peor, bastante peor, temible, como si hubiera sido concebida por un ser malvado.