Calor, Siempre el Calor

Calor, siempre el calor, protagonista de todo, imagen de dios arcano, con altar en cualquiera de las casas de este tórrido sur.

Y que largo es el puñetero, así pasen los años, no nos acostumbramos, parece que nunca va a acabar; tener puesto el aire acondicionado, en el mejor de los casos, pero siempre, no sales cuando el Lorenzo está en lo alto, lo que al final consigue que permanezcas en casa más tiempo del que te gustaría.

Sofoco, bochorno, angustia, cambios de humor, agobio en general, que aun sabiendo porque se produce, permitimos que siga saliendo, como si fuéramos cafeteras a presión.

Y cuando los haberes son mínimos, la tragedia se convierte en hecatombe, los pisos, hornos, el agua, metal fundido, dormir, misión imposible, y de acercarse a nosotros, mejor que no, que en estos casos, el carácter no es malo, es tóxico, de los de matar, y esto explícalo a los que se mueren de calor con veinticinco grados, mientras que tu estas a cincuenta, misión imposible, supongo que imaginan, en su maldad, que no, inocencia, que nos hemos acostumbrado.

Pues no, no lo hemos hecho, ni los pájaros cayéndose muertos de los árboles por el calor, ni sentir que tus genitales pasan a ser huevos o conejo a la cordobesa, cuando te montas en tu coche, el que no tuviste más remedio que dejar al sol…, el porqué de las piscinas, del aire acordonado… quizás demasiadas cosas, no lo sé, solo invito al que no lo crea, que, a finales de Julio, pase por mi tierra, mi amada Córdoba, se está de muerte… nunca mejor dicho.

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