
De nuevo aquí, apenas las cinco de la mañana, y listo para…, ¿para qué?, no lo sé, solo que aquí estoy, solo, mirando la pantalla del ordenador, que como un perro solicito me espera, creyendo que le voy a tirar un maldito palo.
Miro a mi alrededor, a mi mundo cotidiano, a las cosas que me rodean, cosas que he ido atesorando poco a poco, hasta formar un entorno agradable, al menos para mí, y lo vuelvo, lo vuelvo a mirar, y solo pienso en que son las cinco de la mañana.
Arranco el “Word”, ¿documento en blanco?, me pregunta, y pienso que es como en mi cabeza, también del mismo color, una respiración fuerte, como si me tuviera que enfrentar con un monstruo mitológico, y cuando el programa, mejor dicho, solo el documento se muestra, el que estaba tan en blanco como mi mente, y sin saber la razón, comienzo a golpear las teclas, y me pregunto que escribo, miro el documento, ya parcheado de letras, “De nuevo aquí…”, sonrío, miro el reloj, apenas si son las cinco de la mañana.
11 de Agosto de 2.024