Enrique Redel

Llamada con anterioridad calle Álamos, la calle Enrique Redel nace como prolongación de la calle Santa Isabel junto al Palacio de Viana y prosigue en dirección sur hasta la calle Hermanos López Diéguez, que es continuación de ésta. Desembocan en la calle Enrique Redel las calles Beatas, Arroyo de San Andrés y Francisco del Rosal.

Enrique Redel y Aguilar, nació en Córdoba el 12 de noviembre de 1872, en la casa principal número dos de la Plaza de Don Gome (hoy más conocida como Palacio de Viana), y murió en Córdoba el 13 de febrero de 1909. Poeta e historiador.

Datos biográficos
Comenzó sus estudios en el Seminario de San Pelagio, cursando tres años de Latinidad y dos de Filosofía. En 1888, abandona la carrera eclesiástica para dedicarse a otros menesteres más relacionados con aspiraciones artísticas, ingresando en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba, dirigida en aquella época por don Rafael Romero Barros, insigne pintor, arqueólogo y padre de Julio Romero de Torres, compañero de juegos y de tertulias juveniles de Enrique Redel.

En el año 1893 se traslada a Madrid aunque por breve tiempo, denunciando el enchufismo cultural y la mediocridad de lo que llamaba los fariseos del arte. A la vuelta de Madrid y tras su boda con Pilar Conrotte Martín, hija del banquero Antonio Conrotte Barbero, comienza a trabajar en la Confederación Hidrográfica gracias al que posteriormente fuera ministro, el cordobés Antonio Barroso y Castillo. Tuvieron dos hijos: Enrique y Eloísa Redel Conrotte.

Obra

Sus primeros pasos en el campo de las letras los da como redactor del periódico local “La Unión”. Por aquellas fechas, además, destaca por sus brillantes colaboraciones, tanto en prosa como en verso, para el “Diario de Córdoba”. En 1895, recopila una serie de poemas de su etapa madrileña que permanecieron inéditos y los publica en el folletín de “La Voz Córdoba” bajo el título de “Amapolas”.

En sus siguientes libros, “Predicar en desierto” y “Turbas y espectáculos”, se deja llevar de la mano de un amargo pesimismo y de una evidente preocupación social. Evolucionando, a partir de ahí, hacia una poesía más sentimental y espiritualista. Además de en otros volúmenes de poemas como “Lluvia de Flores”, “La Prensa” o “La lira de plata”, sus versos aparecen en la prensa local y en la madrileña. Del mismo modo, su calidad poética lo lleva a ganar varios juegos florales como los de Córdoba o Sevilla.

Entre sus libros en prosa, destacamos “Algo de letras”, sobre crítica literaria; “San Rafael en Córdoba” y “La virgen de Linares”, reeditados en facsímil no hace mucho por Cajasur; y el mejor estudio biográfico sobre Ambrosio de Morales que se ha publicado hasta la fecha, dotado por la Real Academia Española por considerarlo de especial interés. Fue académico de número de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

Fue nombrado por unanimidad académico correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, a propuesta de Francisco Rodríguez Marín y de Luis Montoto; fue miembro honorario de la Academia Dante Alighieri de Catania (Italia) y del Real Instituto de Lisboa. Lleva su nombre una calle de Córdoba.

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