
Muros de hormigón
Paredes blancas
Con ojos cuadrados
Y brillantes reflejos
Aun en la oscuridad
En la que está sumido todo
Pájaros negros que no lo son
Se arremolinan en la negrura
Riéndose de la plena oscuridad
Rota solo por una mínima luna.
Dientes rotos de gigantes
Que se marcan contra las estrellas
Ruido de sirenas
Cantos de motocicletas
Suelo negro
Sudando volutas de calor muerto
Ballenas varadas
A lo largo del cementerio
Entra una y sale otra
El eterno concierto
Entre las paredes
Del paraíso yerto
Flores pequeñas, enanas
Que han vencido donde nadie puede
Nada contradicen
Ferozmente agarradas
Con sus pequeños dientes
Mordiendo la dura piedra
Pureza del aire mismo
Que quiere matarlo todo
Férreo aliento
De lo que quiere ser naturaleza
Y no lo es
Solo es dureza,
Calles de hormigón y de cemento
Padres del mismo infierno
Pobres inanes seres
Que permanecemos
Sabiendo,
Que moriremos dentro.