Recuerdos de Tiempos Pasados

Recuerdos de tiempos pasados, no hace tanto tiempo, o quizás la eternidad más extensa, es lo mismo, ¿Qué más da?, se perdió con el tiempo, solo el recuerdo quedó, lo importante, pues nada persiste, en mí, tus maravillas, para siempre; el dolor, aunque no quiera, desaparece, o…, ¿Qué más da de nuevo?, tu dolor aparece, pero se oscurece ante el recuerdo de tu semblante increíble; el paso del tiempo no lo borra, ni lo desdibuja, solo lo hace parecer imposible, cuando miras a tu alrededor y todo está vacío, lleno de nada.

Cohorte de pensamientos vacíos, terribles, nimios, olvidables, que continúan a pesar de todo, golpeando tu alma, y tu recuerdo, solo eso, me mantiene atado a esta vida, a la que no merece la pena echar minutos siquiera, sino fuera por tu recuerdo, por las tardes, por los amaneceres…

Y la vida continua, vacía de alma, riendo en tu continuo bregar, de querer marchar, y quedarte, y sonríe, cuando sabes que tras del último salto, el recuerdo, quizás, en otro mundo bueno, mejor que este, donde ella, la que se fue, quizás te espera, y vuelves a pensar en la marcha del inhóspito paraje, de la partida sin punto de retorno, echas la cabeza hacia atrás, perdida la esperanza en este mundo cada vez menos humano, más agreste, y cierras los ojos, pensando…

Llega el momento o casi, la luz se quiere marchar de tus ojos, el latir desespera para cesar, y la respiración se corta, esperando ser la última, cierras los ojos de nuevo, la ves, te sonríe, y con la sonrisa, una frase no dicha, “aun no es el momento”, y lloras, sin lamentos, solo lágrimas de dolor, de amor, de desasosiego, y le pides que te deje marchar tras de su belleza, de la calma, de la que nunca podrá ser menos, y te mira, sonríe, “aun no es el momento”, cierras los ojos, amanece, la noche se fue, y con ella su tormento, otro día más, otros momentos, la vida se abre, se cierne sobre ti, y miras a lo lejos, ya ella no está, solo su recuerdo, y te levantas, te miras en el espejo, la soledad en una cara, que hace tiempo que dejó la sonrisa en algún lugar yerto; te tocas la cara, el pelaje abrupto, y sola, sale esa sonrisa perdida, pero no la de esperanza, ni la del anhelo, solo esa mueca triste del muñeco, que perdidas sus articulaciones, pasa por la vida vacío de todo, lleno de nada, y sale a la calle, y otro día más, muere.

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