Día de Feria

Día de Feria.

Si, de feria, de la que era antiguamente de animales, del ganado, de vender lo que se había criado, y de eso, al espectáculo que es ahora mismo, una locura… en el buen sentido.

No soy de los locos de feria, más bien de los que se mueven poco por esos aconteceres, lo cual no me hace desmerecer ni un ápice, ni la feria, ni aquellos a los que les gusta.

Sé de siempre, de aquellos que piden préstamos para vivirla bien, a gusto, sin estrecheces, que ya pasarán luego, no es mi estilo, pero si digno de mención, pues sé de muchos que aman esta fiesta de una manera casi mística, y brindo por ellos, los que lejos del polvo, de los precios abusivos, de los borrachos sin cerebro, de las estocadas en todos los sentidos, sacan las máximas horas de estancia en el recinto ferial.

Esas casetas, las buenas, pocas, llenas de gente que disfruta, los cacharritos, la alegría incontrolada, el rebujito, los amores que terminan, los que comienzan, esos cuernos de casualidad, o de causalidad, que terminan allí… o no, las amistades peligrosas, las pérdidas, las que te asaltan, y pasan a tu lado días enteros sin saber lo que es que el cuero de la cartera tome el aire, mil cosas más, imposibles de contar en mil volúmenes, gordos como obispos.

A la par, hay otra, la de aquellos que apenas sin pueden rozarla, los que no gastan, no por querer, sino por no poder, los que quieran ir, impedidos, y no tienen a nadie que los lleve, o mejor dicho nadie de los que debía llevarlos quiere: los olvidados, los abandonados, los viejos, los… miles de los…, que se olvidan en estas fechas, como ha sido siempre, como siempre será, no pasa nada, es ley de vida, pero pienso en los que les gusta tanto la feria como a los que piden prestado por ella, y se quedan mirando las vistas de algún deteriorado piso, de los de VPO, o peores, que los hay, y con maldad, algunas veces, llega el bullicio de la feria…, pobres almas abandonadas.

Miro la pantalla del ordenador, no escribo esto con pluma, y me siento feliz de que esta feria, la de este año, como las anteriores, como las posteriores, si las veo, no me causen una necesidad perentoria, pues como el que me conoce sabe, ir, para mí, es como asaltar el infierno con una barra de hielo, algo complicado, y al final inútil. Así que, como colofón, buena feria, mejor diversión, mucha música, mas bailes, esos amigos, esos colegas, las titis, los caballos, las chonis, los poligoneros, las… me callo, que estaba empezando a continuar con la fauna que nadie quiere saber, así que, continuando con mi perorata, feliz feria a todos, cuidaros, pero no tanto que no podáis divertiros, al final la vida son dos días, y la feria cinco… o siete, que nunca se sabe.

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