Almanzor

La calle Almanzor une la Puerta de Almodóvar con la plaza del Cardenal Salazar y debe su nombre a Almanzor, que fuera visir del Califato de Córdoba.

Puntos destacados


Facultad de Filosofía y Letras, se extiende por gran parte de la calle y tiene un acceso a la parte nueva, aunque la entrada principal está en la plaza del Cardenal Salazar.


Restaurante El Choto. Cuenta con un patio exterior en que se pueden ver restos de mosaicos romanos.

La calle Almanzor une la Puerta de Almodóvar con la plaza del Cardenal Salazar y debe su nombre a Almanzor, que fuera visir del Califato de Córdoba.

Abū Amīr Muhammad (Algeciras, 940 – Medinaceli, 1002), conocido como Almanzor, المنصور بالله (al-Mansūr bi-l-llāh, el victorioso con Dios), fue un líder militar y político del Califato de Córdoba.

Se desconoce la fecha y el lugar de nacimiento exactos. Vino al mundo en el seno de una familia terrateniente árabe de origen yemení establecida desde la conquista de la Hispania visigoda. Tras la toma de la antigua ciudad de Carteia, Tariq recompensó al fundador del clan amirí con el territorio de «Turrush», en la cora de Algeciras. Tradicionalmente se ha confundido el solar de la familia de Almanzor con Torrox, por confusión toponímica.

Algunos amiríes ocuparon las funciones de cadí y de juristas relacionados con los yemeníes ma’afir. A su padre, Abd Allah, se le describe como un hombre piadoso, bondadoso y ascético, que murió en Trípoli cuando regresaba de su pereginación a La Meca. Su abuelo materno se destacó en el reinado de Abderramán III como médico y ministro del Califa.

Muy joven, Almanzor se trasladó a Córdoba, donde acabó sus estudios de Derecho y de Letras bajo la tutela de sus tíos. Después de ocupar un modesto puesto de memorialista en la Mezquita de Córdoba, el joven pronto destacó por sus cualidades, e inició su fulgurante carrera política como escribano y secretario de la sala de audiencias del qadí (juez) Ibn al-Salim. Pronto llamó la atención del taimado visir Yafar al-Mushafi, amo de la administración civil, que le introduciría en la Corte califal.

En 967 se convirtió en intendente del príncipe Abderramán, hijo y heredero del califa Alhakén II y de su favorita, la vascona Subh, esclava y favorita del califa al-Hakam II, con la cual estableció una relación privilegiada sumamente beneficiosa para su carrera. Convertido en director de la ceca, en 968 fue nombrado tesorero del califa; al año siguiente, fue promovido a cadí de Sevilla y de Niebla y en 970, a la muerte del príncipe Abderramán, (acaecida a los ocho años de edad) pasa a ser el administrador del joven heredero, Hixán II. Comenzó a llenar sus bolsillos con el dinero de las arcas reales, siendo acusado de malversación. Sin embargo, gracias a sus contactos (un amigo rico), fue capaz de maquillar las cuentas y salir no ya impune, sino beneficiado del proceso. Almanzor recibe una disculpa oficial y obtiene el cargo de la shurta media (policía urbana), convirtiéndose así en un gran dignatario de al-Andalus.

Siendo ya uno de los personajes más importantes del Califato, se hizo construir un suntuoso palacio en Al-Rusafa, a una legua al Norte de la capital. Poco después se convirtió en gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb, lo que le permitió establecer estrechas relaciones con los jefes bereberes.

A la muerte de al-Hakam II, Hixán II en 976, cuando tenía solo 11 años, por lo que el gobierno queda en manos de su madre Subh de Navarra y del primer ministro, Yafar al-Mushafi.

Almanzor es nombrado visir en 978 y comienza a enfrentarse a Yafar al-Mushafi. General de los ejércitos, Almanzor logra hacerse del poder en 981, con el beneplácito de Hixán II. En la práctica, controló él solo el poder desde 981 hasta 1002. Se caracterizó por una represión radical a la cultura.

Desde entonces sus expediciones asentarán su poder por encima del califa, al que dominará, y hará temblar a los reinos cristianos. Nada menos que 52 campañas realizó Almanzor entre los años 978 y 1001.

Sus campañas militares, durante los últimos años del siglo X, afectaron tanto al norte de África como a todo el norte de España:

981 – Zamora
985 – Barcelona
987 – Coimbra
988 – Sahagún y Eslonza
997 – Santiago de Compostela
999 – Pamplona
1002 – San Millán de la Cogolla
En el verano de 997, asoló Santiago de Compostela, después de que el obispo Pedro de Mendoza evacuara la ciudad. Quemó el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando su sepulcro. Esto permitió la continuidad del Camino de Santiago. La leyenda cuenta que los prisioneros cristianos cargaron con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba, y que al parecer, hicieron el camino de regreso dos siglos y medio más tarde, por prisioneros musulmanes cuando las recuperó para la cristiandad Fernando III, el Santo.

Demostró su brutalidad también en la corte califal. Almanzor tuvo que luchar contra su suegro Gálib, principal militar del califato que contaba entre sus conquistas Arnedo y Calahorra. Según las crónicas, Gálib murió por un golpe en la batalla que les enfrentó en 981 y Almanzor ordenó “despellejar su piel, rellenarla de algodón y crucificarla en la puerta del alcázar cordobés, colocando su cabeza clavada en una cruz”.

Perdió la vista por las heridas sufridas en la batalla de Calatañazor (julio de 1002), muriendo el 10 de agosto de 1002 en España; se desconoce en qué provincia, ya que sus datos biográficos se diluyen entre lo histórico y lo legendario. Algunos autores señalan Medinaceli como el lugar probable de su muerte. Antes de morir nombró sucesor a su hijo Abd al-Malik, lo que generó una guerra interna entre los sucesores de Hixán II y los de Almanzor.

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