Estoy Sentado Delante Del Ordenador

Estoy sentado delante del ordenador, de nuevo me atrevo a pulsar las teclas con el orden del idioma español que conozco.

              ¿Qué puedo contar?, ¿la gravedad de las noticias?, ¿el riesgo de megainflación?, ¿el inicio de la carestía? Me aburre, eso no significa que no me interese, sino que me agobia hacerlo, que es obvio, que por pensar en ello no va a desaparecer, ni tampoco por no hacerlo, y prefiero esto último.

              La calle me atrae, de nuevo llueve, como si tuviera que limpiar todo, si así fuera, ni Noé se salvaría, o quizás sí, no me importa, pero llueve, gente que pasea, que no veo, ocultos bajo los paraguas, enormes, regalos la mayoría, otros, se mojan embutidos en ropa que parece digna del norte de china, de Mongolia quizás, o posiblemente sean de allí, qué más da.

              El cielo es gris, varía de claro a oscuro, y me siento mal, no sé por qué, ¿es insatisfacción, miedo, rebelión?, quizás mezcla de todo, nada importante, mañana habrá desaparecido, o no, tampoco es importante, como tú mismo tampoco lo eres, pero bueno, al final, la gente sigue pasando por la calle.

              Y tu microcosmos que tienes que proteger, ante todo, contra todo, contra todos, como si fueras un ancestral héroe, y te duele la espalda, demasiado peso, todo va mal, quizás peor, tendrás que dar lo mejor de ti mismo, vender cara la indefensión, portarte como si fueras ese héroe que no eres, pero que tienes que ser, y miras a la pared, sonríes y te acuerdas de tu padre, que tuvo que hacer lo mismo en tiempos no tan diferentes, miras al techo y lo ves, era el más grande cuando tú eras el más pequeño, ahora debes de ser el más grande, para tus más pequeños, y la vida sigue, llevándose riadas de gente, pasándoles por encima, y tú, como sea, tienes que mantener a tus cachorros calientes, secos, seguros, debes de ser fuerte aunque el alma se rompa cada día un poco más, porque no valen excusas, no hay nadie más, si tú no estás, no hay nada, y sonríes, mañana, mañana… y sonríes.

              Y me doy cuenta, de que también hay, mas importantes incluso, leonas, heroínas, salvadoras, y pienso en la mía y me siento mejor, menos solo, arropado, defendido, y sonrío.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *