Reyes Magos

A estas horas, en las familias en las que los niños han tenido su día especial, todo parecerá una nueva entrada de escenas para después de una guerra; papeles, cartones, plástico de envolver, caramelos, juguetes… y que no falte, es el premio a la inocencia, a rememorar los tiempos en los que nosotros también lo éramos, en volver a tallar en la realidad esos momentos, que aun pasado tanto tiempo, nos hacen encoger el corazón de dicha.

              La espera, los nervios, incluso en las familias más pobres, pero al final, la ilusión, los ojos como si fuéramos búhos, y la incredulidad en la realidad de lo imposible, y todo cargado de juguetes, más, menos, pero, al fin y al cabo, esa sensación de que todo era mágico.

              Y lo transmitimos, por lo menos los que aun creemos que la proximidad a la época escolar no debe de eliminarlos, obviados por la importación de un gordo que no nos representa en ninguna medida.

              Y nosotros, los que apoyamos a los reyes, que seamos felices, que olvidemos durante un momento que somos los seres egoístas y salvajes que luchamos por un lugar al sol, y disfrutemos de la sencillez de la inocencia y la maravillosa candidez de aquellos, que algún día, por desgracia, serán como nosotros.

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