Triste Designio

Triste designio el de aquellos, que, como yo, intentaban enamorarse del período hispanomusulmán, y que a la postre, las intrigas y desmanes de desagradables vecinos del sur, hacen que el apetito por saber más de una parte de nuestra historia, se derritan como el hielo en el verano cordobés.

              ¿De qué hablo?, de los deleznables marroquíes, aquellos que silenciosamente intentan, como siempre, por la simulación y la azagaya obtener la situación más ventajosa en su perverso tablero de ajedrez.

              A la postre, invocando decimonónicas pretensiones, vuelven a la carga, haciendo que, para nosotros, los españoles, sea imposible admirar cualquier cosa que huela a musulmán, porque la rabia no entiende de países, cala a todos bajo la bandera que enarbolan, y esta es, si, esa que es innombrable.

              Y lo que era motivo de orgullo, con esos visos, se convierte, al final, en algo para esconder, pues poco tenemos que ver con ellos por sangre, y por desgracia, hacen que odiemos todo lo que tenga el más mínimo parecido con su cultura.

              Establecemos diferencias, que si antes eran obvias, ahora son notorias, no quiero Hijab, ni chador, ni siquiera el oír de tan grosera lengua, no quiero sus templos, ni sus formas, ni su escritura manchar mi país, eso han conseguido en mí, y el que me conozca, sabe que he sido un estudioso de la cultura hispanomusulmana, la que ahora me parece, cuando menos, indigna, pues trae a colación, traiciones, oportunismos y más desgracias de las que padecemos, en aras de la estabilización de un país, que no es el mío.

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