Morir en Soledad

Toses, duele, solo y la soledad te matará, lo sabes.

              Pero no morirás entre aparatos. No te puedes levantar. La tos vuelve.

              Llegas a la cama, casi inalcanzable. Paracetamol. Tragas. La cabeza, la puta cabeza. Quiere estallar, que lo haga.

              Estás solo, calla, no hables, no pasa nada, mejor la soledad.

              La cabeza se va, se pierde en las fantasías del dolor, de la fiebre. Dolor. No puedes respirar. Miras el móvil. No, mil veces no. Solo. Cien veces mejor que hacinado. Estás loco. Quizás. Sonríes.

              Te yergues en la cama, no puedes respirar. ¿Pasará? Que más da.

              Miras la ventana, toses, no pasa nada, nadie se contagiará. Pronto estarás con ella. O quizás no. Qué más da.

              ¿Cuánto tiempo hace que no comes? Qué más da. Mas rápido te irás, pero no olerás a hospital, hacinado, mejor muerto que olvidado, pinchado como un balón viejo, rodeado de tubos. Vomitas. Solo es una arcada. ¿Y la vacuna? Sonríes. Algún político se la habrá inyectado. Maldad. Siempre igual. Marcharse, dejar este mundo de animales, de maldad.

              La ventana. Hace frio. Toses, cama de nuevo. Solo esperas no tener que volverte a levantar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *