Sanitarios

Llega la noche, y con ella los desesperados, bajan los biorritmos, las ganas de vivir, alguien se mueve inquieto, lo miras, aparatos que no mienten. ¿Seguro? Seguro.

              Ronda, plástico que suena, piel que se grana, se excita, ¿es miedo?, si, es libre, pasea por todo el hospital, te rodea, te atrapa, te liberas y vienes a trabajar.

              Plástico sobre plástico. Ahogo. Compañera que sonríe. Sonríes, es difícil, pero lo haces, ya la mascarilla tapa todo. ¿Quién eres? Qué más da.

              Pasillo, miras los guantes, estertor, pánico, correr, médico, atención, pasa, la vida sigue.

              Miras el reloj. ¿funciona?, no estás segura.

              Caras cansadas, húmedas, dolor, y manos que se aferran, y a pesar de todo te dan fuerzas. Consuelas. No pasa nada. Sonríes, no se ve con la máscara, pero crees que se nota, es suficiente.

              Pasos rápidos. Los conoces, te unes, caminata. Más. Imposible. No. Son más, ¿Cuándo acabará?, suspiras, aprietas los puños, adelante, nunca atrás, corre, la camilla vuela. UCI. Puta UCI. Dolor. Se te cierra la glotis. Miras gotero. Comprobación. ¿Va bien la cosa?

              Se acaba el turno.

              No tienes que ser fuerte. Se acabó. Mañana más. Ahora te colocas en cuclillas, enciendes un cigarro, está prohibido, más prohibido tenía que estar morirse. Salen las lágrimas, no lloras. ¿O sí?

              Es eterno. Nunca acaba. Te comes las lágrimas, sonríes. Mañana más, y mucho más. Nadie deja a nadie morirse. Por lo menos ella no.

              Dedicada a l@s auténtic@s Sanitari@s.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *