-En cuanto a ti, ¿Qué puedes desvelar de tu pasado?

Charo sonríe.

-Nada, casi nada, soy anodina, ya sabes, cuentas, números, pagos, cobros, mil cosas que pegar en papel y malabares para que cuadren, o por lo menos que lo parezcan.

-Si, supongo que será así, como en todos lados, el problema, es que mis compañeros, por llamarlos de alguna forma, viven de eso que llaman cuadrar a martillazos, eso deja un reguero de sangre que los tiburones huelen a kilómetros.

-Hace poco que al Grupo le hicieron una, un verdadero festín de buitres, ¿tengo que estar preocupada por estar tomando una copa con un sangriento tiburón?

Niego con la cabeza, las mentiras con convicción son menos mentiras, o por lo menos lo parecen.

-No, yo no ataco a pobres empresas que luchan en el día a día.

-En ese caso, realmente, ¿Qué haces?

-Ya sabes, te lo comenté, trato digno, humano con el contribuyente, soportando a los que creen que más que algo del gobierno somos una pandilla de facinerosos que esperamos a los pobres contribuyentes para ordeñarlos.

– ¿Y no es así?

Me encojo de hombros.

-Hay una ley, el que la cumple, bien, el que no, mis compañeros…

-Así que eres solo algo de adorno en la terrible Delegación de Hacienda.

-Si, -miento como un bellaco-, alguien que nadie sabe que está allí, alguien que no desentona con el paisaje, lo que es un funcionario en su estricta misión de pasar desapercibido.

Nueva sonrisa.

-Que morro tienes, ¿cinco años?

-En realidad, estuve uno, compré el piso, volví a Madrid tres años, después un año que llevo en esta ciudad de la que disfrutamos en estos momentos, y después, dios y el ministerio decidirán.

-Aparte de lo de joder al personal, ¿qué haces?, o, mejor dicho, ¿qué más haces?

-Leo, estudio, oigo música, y salgo menos que los niños del hospicio; la amistad, el gentío, están sobrevalorados.

Otra sonrisa más, no se da cuenta, de que le llevo la cuenta.

-En ese caso, ¿qué haces sentado conmigo en este céntrico lugar?

-Eso me pregunto algunas veces, pero aquí estamos, el búho y la contable, el nombre de una película cutre, de las que ahora mismo se dan como venganza.

-Si, -le da al cubata, que da bocanadas en su agotamiento-, ¿solo haces eso?

-Si, casi no duermo.

– ¿Qué quieres decir?

-Que duermo tres horas.

-No me jodas, ¿al día?, ¿un tío que sale a las tres de la tarde?

-Si, supongo, pero de vez en cuando, viajo, mañana tengo que ir a un pueblo a recoger unos papeles, ya sabes, en mano, que después no digan que un funcionario no los recepcionó, como si fuera el registro de entrada.

– ¿Mañana de viaje?

Asiento con la cabeza.

-Bueno es saberlo, así que, de tapas, nada.

-Lo siento, no creo que llegue a la hora de recogerte, si así lo quieres; es en la sierra, a muchos kilómetros.

– ¿Solo recoger papeles, tanto tiempo solo en eso?

-Si, como si me dieran los papeles en el orden que tienen que estar y todos los que he pedido, es como si llorara a una madre que no me quiere, al final, hay que apretar, pero eso también es tiempo…, y molestia, para todos, pero siempre es así.

-Vaya trabajo que tienes, y encima con oposiciones para entrar.

Asiento con la cabeza, es lo que mejor me sale, levanto la mano, otro whiskey, otro cubata, ya vamos por el segundo.

-Así que, de correr mañana, nada de nada.

-Si, pero tiene que ser antes, a las siete estoy en el coche, pero a las tres y media, ya estoy en planta, sentado en el sillón, si quieres antes…

-Me da miedo, está solo todo.

-Te recojo de donde quieres, cuando termines te dejo adonde te recogí, no soy un vigoreta, pero doy el pego en eso de la defensa.

-Si, eres grande, -sonríe-, parece…, pero no, los funcionarios eso de la defensa personal…

-Laxitud incontrolada, ya sabes, lo de currar para los demás, ¿dónde vives?

-Cerca del Corte Inglés, por eso, ningún problema.

-Si, me pilla al lado, pero por muy cerca que esté, seguro que llego caldeando a tu casa.

-Seguro, ¿a qué hora?

-Tú mandas, yo con terminar a las seis, o seis y media, listo.

-A las cinco en, -me da la dirección-, ¿de acuerdo?

-Totalmente, esta noche, es decir, dentro de un rato, te recojo de nuevo, ¿y como es lo del ansia por correr?

-Afición, desde el colegio, me quita del stress de tener que hacer malditos números de continuo, además de soportar a unos compañeros, que se los regalo a cualquiera.

-Te los cabio por los míos, y te doy quinientos euros.

-Así tiene que ser el material, pero lo pienso, -sonríe-, supongo que tenemos un trato.

Ahora el que sonrío soy yo, suspiro.

-Si pudiéramos hacerlo, te hubiera gastado una jangada de las de película, el más bueno de mis compañeros se come un tiburón para desayunar, y no ha hecho la digestión, cuando te pide otro.

-Ya será menos, -termina el cubata-, me marcho, señor hacendoso, que las cinco de la mañana…

-Y que lo digas.

No quiere que pague, pero pago, no es un bocado al sueldo, es una minucia, por lo menos para mí, así que caminar hasta su bloque, céntrico, no se muere de hambre, eso está bien, o no, me da igual, me despido, camino a casa, pero con la sapiencia y la ilusión de que volveré en un rato.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *