
Hoy me he levantado como el día, plomizo, gris, cargado, aún en la oscuridad se puede comprobar que nada trae de alegría, de sol, solo nubes, frio que llega y quizás agua, y de la misma forma me encuentro yo, con el alma caída a los pies, por lo demás son las tres y media de la mañana como todos los días, y por si alguien no lo sabe, duermo tres horas y algo todos los días, los buenos, que hay algunos en que ni eso.
El caso, es que me he levantado también con el pie izquierdo, son nubes en mi cabeza, frio plomizo en mi cerebro, y tristeza en esta alma que, aunque parezca increíble creo que tengo, no acepto apuestas, por si acaso.
Así que aquí estoy, por cierto, el ordenador funciona como un reloj, es cuatro veces más rápido que el que tenía, me he encargado de probarlo, y así parece, así que, por ese lado, por lo menos, todo parece que bien, que ayer escribir en una Tablet, pues como que se hace cuesta arriba, ahora tecleando desde este animal que es el nuevo ordenador, parece que pesa menos, aunque no sea tarea.
Pero a pesar de todo, como siempre, vaso de leche, que me parece que no voy a correr y el cigarrillo que saco del paquete, miro a través de la ventana, ni la caridad que me mire, solo ventanas, que ahora que el frio aparece, están cerradas como ojos que no quieren ver, y así estamos, con la soledad por montera, que no puedo dejar en el ruedo, que llevo porque la llevo, nada más, y el mechero que enciende, unos instantes sin prender el pitillo, como si quisiéramos liberar al cigarrillo de su muerte entre las llamas, pero no, al final, no se puede librar, que ya hemos pagado los impuestos, que su valor apenas si es nada, que fumamos lo que le pagamos a los sátrapas del gobierno, que porque no me gusta el de contrabando, que si no…, pero eso es otra historia; calada de antonomasia, de las de romper por dentro, y rompe, volutas hacia arriba que se enredan en el eje de la lámpara, en su pie, como si fueran viejos sarmientos de vides centenarias, suspiro, que día tan triste, es lo único que pienso, mientras miro las zapatillas que he sacado de su reposo, con la intención, que ahora se difumina, de salir a correr.
Y si, correr es de cobardes, es uno de los días en los que pienso eso, el cansancio, la pesadez, la depresión, que el que no la tiene, como que no es interesante y el miedo de encontrar a la chica, o de no encontrarla, que no me entiendo ni yo…, el caso es que aquí estoy, con el culo encastrado en el sillón que lo conoce de mil ocasiones y que se ha hecho a él, con un hueco que serviría para vaciar molde sin mi presencia…, que día de cabeza gris, ¿Qué hacer?, ni idea, miro a la voluta que sale de mi boca, densa, cargada, que se enrosca en si misma…, y ¿Qué más da?
Hoy gana el sillón, la chica del cigarro esperará o no, no lo sé, pero yo no soy de normal alguien afable, así que hoy, solo un penco de los de volver la cara para no ver, por ello, me repantigo en el sillón, me enrosco en él, y como serpiente venenosa, me inoculo mi veneno, la desidia, el miedo, la depresión…, mil cosas…, mal día para cualquier cosa, que la vida tiene días malos, días peores, y como el que estoy pasando, supongo que me entienden, aunque tampoco es importante, apago el cigarro, enciendo otro, ¿Quién me los cuenta?, nadie, es la respuesta que responde todo.