
De nuevo aquí, ya de pleno en el septiembre oscuro, que se presenta farragoso; nada más aterrizar en el planeta, “ya me lo conozco”, el gran perro que ladra su furibunda diatriba contra todo aquel que está en su contra, todo el mundo está equivocado, salvo el mismo, que todo su entorno esté procesado es cosa de jueces corruptos cuando menos…, ya lo he oído antes, Maduro hace lo mismo, como los amiguitos cubanos, mientras, podríamos preguntarles como van sus negocios en algún país caribeño, pero no, mejor calladitos, como los perritos chicos, a seguir mamando, que para eso somos…, no se ni como calificarnos, pero el caso es que no quiero llenarme de porquería con lo que queda de año, que por cierto debería de contarse a partir de uno de Septiembre, no del uno de Enero…, locuras mías.
Pero volviendo a lo pedáneo, a los de todos los días, aquí que estamos, de nuevo mucho antes de la amanecida, peleándonos con las luces y las sombras, porque lo que es de claridad…, dentro de muchas horas, que acaban de dar las tres y media, y ni tocar el ordenador, ¿estaré perdiendo el apetito por Doña Tecla?, no lo sé, pero aquí estoy, quitando el celofán de un paquete de tabaco comprado con los dolores de un continuado trabajo con cada vez menos brillo, por eso me maravillo al abrirlo, al quitarle la platilla, y al fin…, como si se tratara de un parto, más bien de una cesárea, el pitillo, que presuroso corre a mi boca; mechero de los de categoría, que los que regalan en los estancos no valen, el tabaco es tan caro que se necesita un mechero que enaltezca el valor de lo incalculable.
Primera calada, recorrido desde mi tráquea hasta el intestino grueso, delgado…, lo que sea, pero que me ha abierto medio cuerpo, que agradecido, seguro que me manda al lugar donde no nos gusta ir hasta que abrimos el móvil, y nos quedamos perdidos en el tiempo y en el espacio…
Bromas aparte, que no lo son, ayer comenzó la rutina, las caras de los mismos, las situaciones similares, lo que regresaron con cara de agobio, de desesperanza, los que se marchan, con la cara de “ahí te quedas, capullo”, y lo entiendo, se entiende, por lo demás, más de lo mismo, cansino, aburrido, casi miserable, lo único bueno que tiene, es que también se acaba , tarda más que lo bueno, pero al final, te ves en la esquina fumando un cigarro antes de coger el coche que te meterá en el agujero negro que son las salidas y entradas de la ciudad, de las que se sabe cuando se entra, cuando se sale…, eso es otra historia, y por vierto, me he pelado, se me ha quedado una cara de nazi de los de American History X, pero, ¿qué le vamos a hacer?, tener la cabeza cuadrada no da con la ideología, aunque algunas veces así lo parezca; la bola continúa para bingo, nueva calada, nueva mirada al edificio de enfrente, suspiro, la cosa que se repite más que los torreznos de cena…, pues nada, hasta otro día, que cada vez escribo menos, ¿que se le va a hacer?, todo cansa, en su justa medida…, nunca hacemos nada así, somos humanos, por mucho que nos pese.