
Llevo unos días que casi no duermo, supongo que es el efecto de este calor desatado que nos azota, o cualquier otra cosa, el caso, es que me paso la noche sentado en mi despacho con el ordenador, o cuando me canso, sentado en el sillón, mirando por la ventana, la increíble ventana por la que se ve al hombre con la camiseta de las de mi abuelo, fumando impenitentemente, pero a esas horas, ni eso, que tampoco es como para dar gracias al cielo.
Así que me siento, enciendo el sempiterno cigarro, que es como quemar incienso del más caro a un dios desconocido, más bien, a una caterva de sinvergüenzas que se lo llevan calentito en impuestos, pero, ¿qué le vamos a hacer?, es lo que tiene el vicio, el enganche, como quieras llamarlo, pero solo ver las volutas del humo me tranquiliza en estos momentos, donde el sueño te quiere vencer, pero quien sea, dentro de ti, lo impide, que también es ser masoquista.
Sentado tranquilamente en el sereno barrio del centro, donde el bloque de enfrente parece estar hecho tan cerca solo para joderte, me dejo llevar por las elucubraciones de una mente que agoniza en el cansancio, pienso en que la ola de calor nunca se va a acabar, que el dinero cada vez vale menos, que el país se va a donde picó el pollo, lo que es la realidad, que intenta sumergirme en el fondo de un pozo de depresión, e intento no dejarme llevar, lo que es difícil viendo lo que se ve de continuo.
Y pienso en que tenemos al mandamás, que es como ese conocido, amigo, familiar, que tiene la cara como el cemento, que te quita el dinero, o te lo pide y no te lo devuelve, y que cuando lo hace se ríe en tu cara, y ves como se lo gasta en marisco, mientras a ti se te pone una cara de gilipollas de las de mérito, pero es lo que hay, no haberle prestado el dinero, o haber estado más atento, pero el caso, es que ahí está, partiéndose el culo de risa, riéndose de ti, mientras con un traje de neopreno, le resbala lo que digas de él, dispuesto a vender a su propia madre, por seguir viviendo como no le corresponde…, que pena que no venga alguien y le de lo que se merezca.
Pero dejémoslo, que ya la noche es bastante espesa como pensar en la escoria de la humanidad, así que centrémonos en…, y me da por pensar que poco bueno es lo que puede entrar en la cabeza que no tenga un problema mayor encima, la familia, pues eso, que es familia, el dinero, pues eso, que no vale casi nada, el trabajo, pues eso, esclavitud, pero sin responsabilidades del amo, ¡que panorama!, apago el cigarro y me vuelvo a la cama, que mejor dar vueltas en ella, que amargarse la vida pensando que el hombre es bueno por…, los cojones.