
Faltan aún horas para el amanecer,
Y aquí me tienes, sin poder ceder,
Esperando sin pensar en nada,
Solo en la vida, desordenada.
Miro la calle, vacía, callada,
Solo el silencio, y la nada.
El blanco sucio de los adoquines,
Adormece, sin pasos, sin fines.
La noche oscura, triste y herida,
Siente que nadie le da acogida.
Y la luz moderna, indiferente,
Ni se enciende, ni está presente.
Enciendo un cigarro en el estómago hueco,
Sé que un vahído no está muy lejos.
Pero necesito que algo me duela,
Que el humo interno mi alma desvela.
Y dejo que escape por rendijas ardientes,
De una ventana que quema ausentes.
Aunque la aurora aún no haya llegado,
Suspiro, y sigo aquí, anclado.
Sin alma, sin ruido, sin paz ni afán,
Solo esperando… sin saber hasta cuándo será.