
Pasillos blancos, quejidos,
Camillas que pasan,
Algunos de los que se han ido,
Espera, desespera,
Luces de neón,
Que ni eso son,
Médicos, enfermeras,
Olor a muerte, a sufrimiento,
Y esperas con esa cara,
Que guarda el miedo,
Espera, tanta espera,
Y el dolor que no cesa,
Mientras tu médico,
Charla con una compañera,
No te importaría,
El que rieran,
Pero tu solo esperas,
Mientras con movimiento lento,
El dolor te devora por dentro,
Miras el maldito suero,
Que nada logra,
Y después miras al suelo,
Allí todo sobra,
Es el lugar de la desesperación,
No de la salvación,
Un numero nada más,
Y esperar, solo esperar,
La luz se enciende,
Tu número coincidirá,
Apenas que entras,
Nadie te mira,
No te mirarán,
Preguntas de mil veces repetidas,
Resuenan como la muerte,
Bien recibida,
Respuestas sinceras,
El dolor manda en todo,
Pero solo un triste pinchazo,
En el suero olvidado,
Papeles escritos,
Parece una lista,
Pero nada hacen,
Solo te mandan al especialista,
Sales con mezcla de sangre asesina,
Y esa noche, en la misma cocina,
Te tomas todas las pastillas,
Y miras el filo,
Y piensas de seguido,
Que quizás mañana,
Cuando la gente despierte,
Nadie te recuerde,
Y quizás algún día,
Te echen de menos,
Y te encuentren sonriendo,
En el agua fría.