Sonidos extraños, casi dolientes,
resuenan raros, entre los ausentes,
ecos perdidos en mundo silente,
golpes que tiemblan, mudos y urgentes.
Sonidos opacos, sin trayectoria,
que se disuelven, sin una historia.
Silencios tensos, casi homicidas,
que acechan sombras no compartidas.
Locuras secas de un celoso impío,
gritos ahogados, sin luz ni brío,
como trompetas rotas, sin tono,
en un desfile muerto y sin trono.
Guitarras huecas, llenas de nada,
con gallinas cluecas por morada.
Chillan los grillos, hijos malditos,
que nacen solos, en nidos fictos.
Oídos sordos de gordos reyes,
delgados siseos por sus andenes,
locos que vagan sin ya cabeza,
en parques viejos, sin una pieza.
Pasean lento, sin rumbo fijo,
por ruinas tristes de algún cortijo,
donde todo y nada fue sembrado,
donde el nunca siempre fue creado.