
He visto que este mundo está podrido,
repleto de alimañas sin sentido,
¿de dónde han surgido tantos ruines,
si antes eran pueblos, eran fines?
Cuando nací, reinaba la nación,
ahora solo estalla la explosión.
Ya nadie guarda un alma verdadera,
solo hay lujuria suelta y callejera.
Cerdos de sexos duros y vacíos,
o abiertos a placeres tan impíos.
Las noches son burdeles sin pudor,
y el día, un festín de saqueo y terror.
El trabajo ha muerto, ya no existe,
robar es la costumbre que persiste.
Nadie produce, nadie cultiva,
esperan del vecino la comida.
Todo termina en un oscuro hoyo,
que engorda a los cerdos con su arroyo,
grandes lechones que, en su abundancia,
pisan a los demás con arrogancia.
Solo el demonio y sus elegidos,
hacen del mundo un bien compartido
entre ellos, dueños de nuestro suelo,
dejándonos cenizas, odio y duelo.