
Ya llega el calor de nuevo,
con su ardor cruel y longevo.
El ruido del ventilador
zumba como sordo tambor.
El aire seco me agobia,
me deja sin paz, sin fobia,
todo reseco, sin trama,
como cuero, vieja cama.
La vida se torna un tormento,
cada año el mismo lamento.
Quisiera huir, me rebelo,
pero al final, bajo el cielo,
me quedo aquí, resignado,
en silencio, derrotado.
No hay agua que lo mitigue,
ni memoria que lo obligue
a ser menos abrasador,
menos duro, menos peor.
Cincuenta grados o más,
aunque no quieras, verás
cómo el fuego se repite,
como el tiempo que no quite
las penas de este lugar…
Y solo queda pensar:
¿este viejo resistirá?