
Lugares lejanos, extraños,
testigos mudos de mis años,
pronto olvidarán mi jornada,
mi eco será sombra callada.
He visto lo que es invisible,
navegué mares imposibles,
cuando el mundo era más sencillo,
y aún cabía en un bolsillo.
Conocí voces sin mi lengua,
en tiempos donde aún la mengua
de libertad era costumbre,
y soñar no era una cumbre.
Bajo dictaduras severas,
viajar fue de almas verdaderas.
Y con gestos, sin traducción,
compartí amor y emoción.
Viví bajo techos de palma,
celebré su gozo, su calma,
y en sus oraciones fui parte,
sin decir palabra, sin arte.
Cuando al viajero se abrazaba,
cuando la piel se exploraba
para sentir si en la mirada
no había trampa ni emboscada.
Me confundieron con demonios,
casi muero en mil episodios.
Y aún con tanto por narrar,
nadie se parará a escuchar.
Mas no me duele ni un fragmento,
pues lo viví con todo el viento,
en esta vida tan fugaz,
que me dio todo… y nada más.