
Casi termina la semana,
otra más, la misma gana.
Nada nuevo que contar,
nada digno de nombrar.
Los días son espejismo,
duplicados sin abismo.
Fotocopias sin señal,
facsímiles sin final.
¿Y qué más da que amanezca,
si la sombra siempre crezca?
El sol nunca cesará,
la nube regresará.
Todo sigue como estaba,
nada cambia, nada acaba.
Cuando tú te alejarás,
¿quién tu adiós recordará?
Y la respuesta es sencilla,
tan callada como orilla:
¿Qué más da lo que será,
si mi alma volará?
Me habré ido, sin pesar,
sin nada que lamentar.
Solo un nombre en la esquela,
«Descanse en paz», sin secuela.
Y si hay algo más detrás,
¿importa acaso jamás?
Pensaré sin voz ni altar:
¿Qué más da lo que vendrá?