
La casa truena, cruje la madera,
el cuco canta con voz sincera,
cree que amanece y saluda al día,
mas reina la noche y su melodía.
Una cucaracha lanza un maullido,
los gatos ladran, todo es ruido.
Los perros corren tras las ratas,
como si el mundo diera volteretas.
Los búhos ululan entre las ramas,
y los ratones ríen con ganas.
Es el sendero del camposanto,
que ya no impone temor ni espanto.
Los espíritus huyeron de prisa,
cuando vieron la cruel divisa.
Hoy es ruta de caminantes,
vagabundos, sombras errantes.
Se deslizan cuando nace la sombra,
y sonríen cuando la noche asombra.
Es el baile del propio infierno,
el cercano, el más interno.
El que vive junto a tu morada,
donde la madre, sin decir nada,
esconde los cuernos de su traición,
y el padre bebe su redención.
Con purgas tristes y sin salida,
así calman la herida perdida.
Van drogados, como de costumbre,
huyendo de toda su podredumbre.
El de heroína, con vena llena,
ve la luna y su alma truena.
Ríe como un payaso, despacio…
¿Y tú? ¿De verdad crees estar al margen del espacio?