
Quiero escribir, sin censura,
canciones sin partitura,
que nadie quiera escuchar,
y se dejen marchitar.
Serenas, se irán perdiendo,
en sonidos sin estruendo,
métrica hueca y sin peso,
como el viento en su regreso.
Que resuenen, sin respuesta,
en los sordos que se apuestan
a sentir con su mirada
lo que el alma no es narrada.
Poemas hechos de trinos,
de las aves y sus vinos,
del rumor que el bosque encierra,
del temblor que da la tierra.
Del susurro de la sombra,
de los ecos que se asombran,
de los que callan su vida
y la esconden, sin medida.
Versos que jamás serán
voz en labios que no dan,
ni en oídos que no oyen,
ni en los que nunca se apoyen.
Al final, tan solo arrullo,
un suspiro, un leve murmullo,
que se pierda sin razón…
en el agua, en su canción.