
Ecos de tiempos pasados,
que no mueven ya molinos,
es el eco de aquel agua
que, entre mis manos, destinos
dibujó con su desgana,
como tinta entre los vinos.
Son memorias de pasiones,
de pecados redimidos,
de heridas en la mirada
y suspiros escondidos.
No es nostalgia, ni tristeza,
ni recuerdos ya vencidos,
es la sombra de un intento,
de caminos no vividos.
Son suspiros en la bruma
que no solo el alma siente,
sino que buscan salirse
de su prisión silente.
No se extraña lo que nunca
se vivió sinceramente,
solo el viento nos lo cuenta,
ese viento intermitente,
que susurra que hubo un día
que rozó tan levemente
ese instante que, quizá,
pudo haber cambiado el puente.
Tu mirada va perdida,
en la noche, tristemente,
habla de vidas que fueron
tan cercanas… y ausentes.
Si tan solo por un rato
ese viento, dulcemente,
hubiera osado moverse
contra el sino impertinente,
quizá otra historia, otra luna,
te abrazaba dulcemente.
Mas la luna en su reflejo
te murmura dulces cuentos,
de lo que jamás será,
de los más callados vientos.
Es la vida que heredaste,
con su drama y desaliento,
la que el cruel destino quiso
dejarte como tormento.
No levantes ya la vista,
ni a la luna ni a su cuento.
La vida solo es la vida.
Una. Sin más argumento.