Ya se Acabó el Lento Caminar (Rima)

Ya terminó el lento camino,

en la plaza vieja de Capuchinos.

Con la espalda rota, casi sin brío,

fuman los hombres junto a los chinos.

Los que acaban de verla encerrar,

con las manos duras de tanto empujar.

Dicen que este fue el año hermoso,

aunque les dolió más que ningoso.

Los riñones listos para estallar,

sin un grito, sin un solo vociferar.

Solo el paso firme, el vaivén,

y el pueblo en silencio, como debén.

Que se agradece cuando hay respeto,

cuando aparece y nadie está incorreto.

Y Juanillo, el más chiquillo,

el que ya no lleva ni un botillo,

ríe solo en un rincón apartado,

pero el gesto pronto se ha cortado.

El dolor sube y no hay confusión,

sabe que aguanta, sin rendición.

Con un cigarro que no enciende,

duda si el cuerpo aún lo sostiene,

pero piensa: “antes muerto, compadre,

que dejar la viga sin que se cargue”.

Y tose, y ríe, y en su rostro,

se ven los surcos del viejo lloro.

Pero el pequeño no se dobló,

cuando tocó, Juanillo empujó.

Tuvieron que quitarlo, por fuerza,

pues no soltaba ni aunque el alma le pese.

Y alzó la vista con gratitud,

por terminar, por llegar con salud.

Una estrella brilla más en el cielo,

y se acordó de su madre en el suelo.

Le prometió estar, y ahí estuvo,

aunque el cuerpo ya casi no se muvo.

Con el cigarro en la mano, sin encender,

llora bajito, sin hacerse saber.

No fue más fuerte, ni el mejor,

hoy es uno más, del mismo amor.

De su hermandad. De los que empujan,

aunque duela, aunque el alma se estruja.

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