Paredes pintadas,
Sofás viejos,
Cuadros colgados,
De aves, de ciervos,
Pata rota de una silla,
En el dormitorio,
Duerme la vieja mesilla,
Pasillos largos,
Casi infinitos,
Con tantas puertas en los lados,
Que parecen de mentira,
Aparatos viejos, olvidados,
Incluso un televisor cuadrado,
Armarios de aglomerado,
Ropa que se ha donado,
Solo queda,
Lo que no se ha dado,
Poca luz de viejas lámparas,
Y cuarto de baño,
De rajadas mamparas,
El impoluto salón,
Yace bajo el polvo,
Como rebelándose,
Ya de él solo,
El aparador,
Los libros comprados,
Los coleccionados,
Los pagados a plazos,
Enciclopedias, tratados,
Y en las estanterías,
Figuras de alpaca,
Que querían ser de plata,
Y en la cocina,
En las hornacinas,
Aún quedan algunas especias,
Orégano, tomillo,
Pimentón, dulce o picante,
La fecha caducó años antes,
Y el viejo frigorífico,
Abierto de par en par,
Mira a la cocina,
Que quiere llorar,
Barras de neón,
Que no quieren arrancar,
Dan los últimos destellos,
En la casa de mis ancestros,
Polvo, abandono, desolación,
En la casa de mis padres muertos,
Y miro con devoción,
La parte de mi vida,
Que allí transcurrió,
Y mientras cierro la puerta,
Queriendo olvidar,
Noto como una lágrima,
No me quiere dejar,
No fueron tiempos felices,
Tampoco fueron los peores,
Así que me despido de mis amores,
Mis padres, mi amada madre,
Y también de mis temores,
Giro la llave con desgana,
Quizás no me quiero marchar,
Pero solo la dejo,
Comienzo a caminar,
Sin echar la vista atrás,
Es el pasado que se va,
La laguna se secó,
El pasado, se marchó.