Praderas Infinitas (Rima)

Praderas sin fin, que el alma acarician,

se pierden allá, donde cielos se inician.

Verde tan puro que casi lastima,

montañas nevadas coronan la cima.

Arroyos se cruzan con danza ligera,

entre musgo y piedra que el bosque venera.

Cubiertos de rosas, salvajes, sin dueños,

que forman pasajes, túneles de sueños.

Limpios los cauces, allí donde avanza

el agua que fluye con fiel esperanza.

Flores sin cuento, colores mil tonos,

frutos en árboles, dones sin tronos.

Albahaca que tira mi olfato en la brida,

hierbabuena esparce su esencia querida.

El aire perfuma con notas tan claras,

las más delicadas de todas las raras.

Limones dorados, naranjas brillantes,

peras muy verdes, melocotones vibrantes.

Y la brisa suave, que al rostro acaricia,

me arranca una risa con dulce delicia.

Me siento un infante, sin pena ni prisa,

maravillas veo, el alma se eriza.

Mas abro los ojos… ya no hay paisaje,

solo una ventana, sin luz ni coraje.

A pocos metros, la fea evidencia:

una pared húmeda, hostil experiencia.

El vecino esquivo, la calle impaciente,

la pareja ebria, el coche estridente.

Cierro la ventana, regreso al consuelo,

cierro mis ojos, buscando aquel cielo.

Pero ya no hay cumbres, ni aroma en la danza…

solo queda el eco de triste añoranza.

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