
Incluso llorando,
todo terminó,
la salud se esfuma,
cuando el amor no brotó.
Los años se escapan,
batalla perdida,
los duros engaños
brotan de la herida.
Jamás lo pensaste,
ni lo concebías,
que lo que viviste
ya lo presentías.
La vida es un juego
de luz y de sombra,
con muertos que andan,
sin fe ni alfombra.
El dolor persiste,
y solo se apaga
por breves momentos
que el alma halaga.
Pequeñas chispitas
de falsa alegría
que nos hacen creer
que hay algo en el día.
Y el que nos creó,
seguro que ríe,
viendo su broma,
maldita y tan fría.
De estas desgracias
que no se despegan,
día tras día,
nos gritan y juegan.
Se oyen las risas
en el firmamento,
quizá estamos sordos,
o amamos el tormento.
No sé qué pensar,
no encuentro argumento,
si alguien hizo esto,
fue en un mal momento.
Supongo que su mente,
igual que la nuestra,
creó esta locura
que tanto nos resta.
Por eso me hundo,
me pierdo en la pieza,
de si es tan cruel
tener la certeza.
De que haga lo que haga,
en esta condena,
no hay juez que reparta,
ni alivie la pena.
Así que, si arriba
no hay dios ni morada,
vívela a tu modo,
que no queda nada.