Los Viejos. La Cuarta de Viejos

Vamos, una más, con los Viejos, la cuarta, creo, que se me va el santo al cielo.

Continuando con el castigo de aquéllos que hemos llegado a la senectud, educadamente dicho, o que tenemos más años que el populo de Roma, de vulgar manera, tocamos, o mejor dicho, nos toca hablar de aquello por lo que nos hemos dejado la vida…, la familia, esa gran desconocida, que se comporta como la escopeta de la feria, que el tiro sale por donde no debe, y digo esto, porque si vamos al tema económico, poco se obtiene de haber tenido hipotecas con renta variable, que a fin de cuentas son los hijos, que no siempre piden lo mismo, sino que cada vez lo es mayor la cantidad, lo que si es cierto, es que la tasa de recuperación del dinero invertido, es un fiasco en toda regla, mínimo, escaso, y siempre menguante, como aseguran ellos, “con lo que tienen es bastantes, que ya son muy viejos”, si hijos de p… pero no estamos muertos, por mucho que os pese.

Pero menos mal que están los nietos, esas preciosas criaturas que podemos disfrutar lejos de tener que educarlos, dándoles los caprichos que queramos… durante un tiempo, después son obligatorios, además de convertirse en fieles recaudadores semanales de pagas obligatorias de las cuales solo puedes opinar… nunca.

Esas maravillosas noches cuidándolos, mientras sus padres se van de marcha, o a echar sus polvitos, que también tienen derecho, no como los viejos, que a fin de cuentas, son sus abuelos, digno título, sino fuera por el dinero que cuesta, y sofocones, y problemas, ¿o a nadie le suena lo de?, “Mamá estás malcriando al niño”, te recriminan mirándote con esa cara de doctos padres, y tú en tu interior piensas, “y porque no los cuidas tú con el sitio de donde han salido”, con una sonrisa aún más amplia.

Y cuando se reúnen, rodeados de cuñadas, de nueras, aportando esos míseros pastelitos con menos enjundia que el pasto seco, eso sí, luciendo modelito, para joder a la hermana, a la cuñada, a quien sea, reuniones familiares que podrían quedar en el olvido para siempre…, y alguien me tachará de insensible, ¿y si hacemos la pregunta después de que haya terminado cualquiera de ellas?, porque la alegría bien, menos por tener que cocinarlo todo, comenta la abuela, menos, asegura el abuelo, por tener que pagarlo todo, y alegría cuando los despides después de que se hayan dicho de todo, y si no se lo han dicho, peor.

Una residencia, por favor, pero, ¿Quién la paga?, están al alcance de los bolsillos de los hijos de puta más selectos, que a fin de cuentas, ya tienen con eso, que ni los quieren los suyos, el resto, los que están con los suyos, ahí lo llevan, y los que están solos… pues eso.

¿Esa es la quimera que nos vendieron?, Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus (Alegrémonos pues, mientras seamos jóvenes), frase bien dicha, ¡hace tanto tiempo que teníamos que haberla seguido!, no lo hicimos, quizás porque no pudimos, quizás porque queríamos otra cosa… por lo que fuera, lo que si es cierto, es que lo mejor es que continuemos mirando al bloque de enfrente, mientras se nos cae la baba, y con la cabeza fuera, que si cae dentro, la nuera nos forma el expolio.

Puta vida, ha pasado como un relámpago, ahora nada queda, solo… ¿queda algo?

Un comentario

  1. Don Pedro. Leyendo estas palabras , en principio se me escapó una sonrisa, pero al seguir leyendo se me escapó una lagrima.
    Cuanta verdad…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *